La inmensidad de la Ciudad de México ha sido siempre orgullo de todo chilango y sorpresa de cualquier visitante. Desde la escala humana y recorrida a pie, nuestra capital parece ser un intricado laberinto de calles, infinitos parques, puestos ambulantes y transeúntes que van al ritmo de la metrópoli.

Desde la altura, la perspectiva cambia. A 181.33 m sobre la esquina de las calles de Francisco I. Madero y Eje Central, el panorama de la ciudad es radicalmente distinto. Con una mezcla de edificios coloniales, setenteros y modernos, y enormes avenidas que desde lo alto parecen perfectamente trazadas, estar en la cúspide de lo que por 27 años fue la torre más alta de la capital inspira una combinación de vértigo y calma.

Siendo la primera construcción en el mundo cuyo armazón fue hecho de aluminio y vidrio, la torre fue catalogada como monumento artístico por el Instituto Nacional de Bellas Artes, y en 1957, tan solo un año después de su inauguración, recibió el Premio al Mérito otorgado por la American Institute Steel Contruction (AISC) por ser el edificio más alto que jamás haya sido expuesto a una enorme fuerza sísmica.

Diseñada por el arquitecto Augusto H. Álvarez –quien también es autor de la parte antigua del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México– la Torre Latino cuenta actualmente con dos museos en su interior: el Museo del Bicentenario y el Museo de la Ciudad de México, y un mirador al cual se puede acceder por uno de los siete elevadores que en su momento fueron los más rápidos del mundo.

La Torre Latinoamericana quedó finalizada a principios de 1956, siendo inaugurada oficialmente el 30 de abril del mismo año, y es así como la compañía se mudó a La Torre, en los pisos 4º al 8º. El resto del espacio de oficinas en la torre se ofrecía en alquiler. Al momento de su terminación La Torre Latinoamericana era el edificio más alto de Latinoamérica. Su mirador público, ubicado en el piso 44 ofrece a la gente la mejor vista de la ciudad.

La torre celebró su 50 aniversario en el año 2006. El 30 de Abril de dicho año tuvo lugar una ceremonia que incluyó la reapertura de los pisos 38 al 44 que fueron remodelados; un museo de sitio y la develación de reconocimientos otorgados por El Instituto Mexicano del Edificio Inteligente (IMEI). Entre los planes futuros para La Torre se incluye el remozamiento de la fachada con materiales modernos, manteniendo el diseño y aspecto original; ya que La Torre se considera un inmueble con valor artístico y por ley el aspecto de la fachada no puede alterarse.

No es el rascacielos más alto de la Ciudad de México, pero si uno de los más prestigiosos por ser el primero en el mundo en construirse en una zona sísmica y por ser un icono de la ciudad debido a su historia.

No te lo puedes perder, ¡Visítala!

Related Articles